Cuando Gesell fue el paraíso de la juventud (III): La bohemia
Nueva entrega del gran trabajo de investigación realizado por el Museo y Archivo Histórico de la ciudad. Fogones, acampantes sobre la playa, gente caminando descalza y la indumentaria de esos inéditos veraneantes que le imprimieron cierta bohemia a la Villa.
noticias@gesell.com.ar | Las décadas de 1960 y 1970 trajeron profundos cambios en el mundo occidental. La revolución sexual con la píldora, la guerra de Vietnam, los Beatles, el nacimiento del movimiento hippie, las guerrillas y la Revolución cubana, la muerte del Che Guevara, el Mayo francés, Woodstock, la llegada del hombre a la Luna; la dictadura de Onganía en la Argentina, el Cordobazo, el golpe cívico militar de 1976.
Mientras todo esto pasaba, la pequeña Villa Gesell se transformó en la meca de las vacaciones para miles de jóvenes argentinos, que encontraron aquí la posibilidad de crear, de vivir en contacto con la naturaleza, en libertad y sin formalidades.
Un profundo trabajo publicado tiempo atrás por el Museo y Archivo Histórico de Villa Gesell da cuenta de todo este proceso. El numero equipo de investigación, liderado por la inolvidable Mónica García, contaba con Loudes Puentes, María Siste, Susana Valerga, Verónica Río, Irene Balmayor, Maribel López Fuentes, Teresa Martín y Annie-Laure Taron.
PULSO GESELINO reproduce ese maravilloso análisis en distintos capítulos. Este, el tercero, habla de la bohemia de aquellos jóvenes que caminaban descalzos por la 3, lucían artículos de cuero artesanal, acampaban sobre la playa y, a su paso, le imprimían cierta bohema inédita para la Villa.
LA BOHEMIA
Un día cualquiera de verano a mediados de los ’60 en Villa Gesell podía ofrecernos este panorama: playas llenas de gente de todas las edades, muchachas en bikini tomando sol, grupos de hippies tocando la guitarra, ávidos comensales almorzando algo ligero en los tantos bares de playa; a la tarde, en la avenida Tres (“columna vertebral” de la Villa), cientos de personas paseando, acercándose a la Galería Combo (Av. 3 y Paseo 105) para observar (y comprar) a los artesanos que creaban, a la vista del público, los más variados y excelentes objetos de indumentaria y de decoración que uno pudiera imaginar: túnicas y camisolas pintadas a mano, pulóveres, gargantillas con piedras, carteras y calzados en cuero, anillos, colgantes con semillas y frutos, objetos en asta de ciervo y madera, lámparas, espejos…
Muchos jóvenes caminaban descalzos por las ondulantes calles de arena (todas de arena, hasta que en 1971 comenzó a asfaltarse un tramo de la Av. 3), o bien con los típicos mocasines de cuero de entonces y con sus ropas siempre informales, shorts, jeans, túnicas, pantalones “pata de elefante”; se detenían a tomar algún licuado en “La Martona”, o un trago en “La Jirafa Roja”; acordaban a qué boliche irían a bailar a la noche (las chicas preparaban sus pestañas postizas y su maquillaje), o en qué punto de la playa harían el fogón con guitarreada… Los campings estaban repletos de jóvenes mochileros, y la noche y la diversión parecían interminables.
Habría mucho para decir acerca de esta bohemia de los años ’60 y ’70, pero me pareció interesante centrar la atención en dos de las facetas más características y recordadas por los jóvenes de aquellos años: la música y los boliches.
LEER OTROS CAPÍTULOS:
1- Introducción (click acá)
2- Los Inconstantes (click acá)