Una nueva luz guía las esperanzas de Atlético en el Federal C
Después de un arranque adverso, el Canario obtuvo su primer triunfo en el certamen nacional tras superar de visitante a El Porvenir. Goles, expulsiones y el renacimiento de la ilusión en la tarde de San Clemente del Tuyú.
Por J.I.P. – Primero fue la dura derrota ante El León. Luego, una esperable caída frente a Círculo de Otamendi. Los números no cerraban. Apretaban y asfixiaban. Pero Atlético encontró un nuevo halo de aire. Y volvió a nacer. Ayer, en San Clemente, del Tuyú, el Canario hizo lo que debía y no podía: ganar. Ahora un nuevo torneo comienza para él.
Con un margen de error nulo, el Atle viajó al primer balneario de
Cancha brava, corta y ancha, dominada por una brisa campera que distraía la pelota con movimientos impredecibles. Como la que le impidió a Iván Blanco abrir el marcador a los 10 minutos del primer aún cuando disponía del arco vacío, o la misma que le viboreó el balón a Leo Ullúa tras un tiro libre que, en segunda jugada, acabó en gol de El Porvenir. Los fantasmas de los dos cotejos anteriores parecían hacerse presentes en el extremo norte del amplio Tuyú.
Pero la zozobra duró poco: en menos de 15 minutos el Conejo Blanco dio vuelta la chapa gracias a su arresto, su insistencia vertical y la pericia de sus compañeros. En primera instancia fue Nicolás Turienzo quien lo asistió, tras un desborde por derecha; luego fue turno Nego Díaz, con un interesante pelotazo frontal que no pudo se controlado por la zaga sanclementina.
Flavio Simonetti había dispuesto un planteo agresivo con los puntas Blanco y Turienzo respaldados por dos delanteros reconvertidos en volantes externos (Lucho Saballete, de gran despliegue físico, y Maxi Saranitte) y dos volantes creativos en la zona de marca (Díaz y Alan Fresco). La apuesta audaz tuvo su recompensa: por momentos Atlético rebalsó a El Porvenir y parecía que la brecha en el marcador iba a ampliarse un tanto más.
Esto ocurrió recién en el complemento, aunque producto de una situación puntual: el zaguero Pereyra derribó de una piña a Carlos Carrara cuando su propio arquero se aprestaba a reponer de manos en una jugada común y silvestre que no reportaba inconvenientes para nadie. Esa infantilidad sentenció el trámite del partido, ya que el equipo local padeció la expulsión de su hombre y además la sanción de un penal en contra que Nego Díaz convirtió en gol. El primer triunfo canario se perfilaba de modo inexorable
Aunque aún faltaban más de veinte minutos, el resultado se selló en ese acto y solo hubo tiempo para emociones que no alteraron la cifra. Hubo cinco expulsiones, tres de ellas para hombres de amarillo (Pablo Maguna, Carlos Carrara y Luciano Torrecillas, obligando al cuerpo técnico canario a tener que repensar su dispositivo defensivo para la cita próxima dadas las suspensiones) y hasta un penal que Leo Ullúa controló de principio a fin, ya que además detuvo un tiro criminal tras el rebote del primer disparo y aumentó una estadística interesante: en Primera lleva atajados los dos penales que le patearon.
Cuando el sol caía sobre el campo, el árbitro pitó el final. Había pasado unos minutos después de las 19 y el plantel de Atlético fue gritos, alegría, desahogo y emoción. El triunfo permite sumar los primeros tres puntos, apenas un aliento para continuar un tranco exigente: el domingo próximo recibe a El León y luego visita a Otamendi, dos partidos claves para sus aspiraciones en el torneo. Ambos empataron en el otro encuentro de la zona, un resultado que el futuro dirá si fue conveniente o no a las aspiraciones canarias.
Inevitablemente el Atle debe ganar todo lo que le queda para soñar con la clasificación a la segunda ronda del Federal C, una tarea que se asoma difícil en virtud de lo sucedido anteriormente. Mientras tanto, se viene una semana de trabajo, entrenamiento y festejo por un éxito merecido y esperado. Salud.
Foto: El Deportivo La Villa