MMM: la agridulce espera del que protesta y no desespera
Una vez más, Gesell tendrá su propia versión de la Global Marijuan March, una iniciativa pacífica que suma cada vez más adeptos en nuestra ciudad y en las otras 300 que se realizan simultáneamente; el punto de encuentro es la Plaza Primera Junta.
Algo huele mal, y no es precisamente el olor que combaten los prejuicios y leyes fuera de época. Lo saben muchos. Por eso, casa Marcha Mundial por
“Mulas” transportando paquetes en el interior de su cuerpo (no de su ropa; de su cuerpo), un perejil que pasa fumando al lado de un policía de civil o algún cultivador deschavado por un vecino constituyen las especies favoritas que la política antidrogas exhibe en las pizarras de cada comisaría junto a otros especimenes del delito marginal, casi rufián y decadente; el mismo que alimenta las cifras que las autoridades nos refriegan en la cara para darle volumen estadístico a su (in)eficacia. Y cada tanto, por supuesto, aparece un camión con toneladas de cocaína interceptado en un control fronterizo o se desmonta una voluptuosa cocina de paco en alguna villa de fácil acceso para los móviles periodísticos que deben tomar registro de “la lucha contra el narcotráfico”. Aunque, finalmente, solo el 7 por ciento de todas las causas abiertas por
Este año, como en los anteriores, Villa Gesell también tendrá su marcha. El punto de encuentro es
Inscribiéndose dentro de
En un escenario mundial dispuesto a tomar caminos inéditos en la materia (el ejemplo de Uruguay, por caso), Argentina parece mancada a mitad del río. Tras el histórico fallo Arriola de
Sin embargo, promediando aquel año, el debate perdió voltaje y se quedó a media luz. Los diputados de las bancadas mayoritarias explicaron que preferían esperar un mayor consenso social de propuestas que ellos mismos parecían ya no consentir con el vigor de antes. ¿Estará permitida la cultivación hogareña o será el Estado quien provea? ¿El consumo será restringido al fuero íntimo o habrá también espacios públicos habilitados? ¿La cantidad aprobada para el uso personal estará definida en la ley escrita o quedará bajo el criterio individual de los guardianes del orden? ¿Obligará la ley a estudios serios que definan científicamente los riesgos y daños ocasionados por el uso y abuso? La voluntad puede ser popular, pero la decisión debe ser política y en cualquier caso supone un costo que por lo visto nadie estuvo dispuesto a pagar.
El régimen prohibicionista, lo sabemos, no solo fue ineficaz en su lucha contra el consumo y el comercio de drogas, sino que además le ofreció facultades de intromisión y abuso a quienes deberían funcionar como garantes de la lucha contra el tráfico, un dato alarmante que va más allá de la discusión por poder tener una plantita en el balcón de casa. Toda ley se convierte en letra muerta cuando los sistemas de control son en verdad aliados corrompibles de los intereses que debieran combatir, poniendo al servicio de estos las facilidades para montar un negocio espeluznante. No es un problema de consorcio, una disputa de medianeras o una denuncia por ruidos molestos, y es una pena que así no lo vean los guardianes del orden moral que se ofenden porque el vecino de abajo echa humo por el ventiluz. Se definen intereses de una profundidad tan escabrosa que solo los entienden quienes juegan dados en el infierno.
En estas movilizaciones, las consignas son siempre las mismas: el fin de la persecución a cultivadores y a consumidores de cannabis, la autorización de su uso terapéutico, la atención pública y gratuita a personas con problemas de salud generados por el abuso de drogas en general y la liberación de todos los presos por consumo personal. El reclamo suma año a año cada vez más adeptos. Mientras tanto, la espera se vuelve larga y amarga.