¡Buen viaje, Nelda!
Recuerdo y despedida para Nelda Wright, una persona que siempre estuvo conectada con los dioses, como todo artista. Pintora, agrimensora, solidaria, genia y excelente persona. Nuestro abrazo a toda su familia.
Por JIP | Hay personas que rezan toda la vida para acercarse a Dios. Otras, en cambio, no lo necesitan: su contacto con él es directo, cara a cara, sin intermediaros. Así son los artistas, seres evidentemente más elevados que el resto de los mundanos, con una sensibilidad suprema, sobreterrenal. Los que no gozamos de esa virtud los envidiamos, como se envidia a quien se admira.
Aquellos que conocían a Nelda Wright, sabían que ella rezaba. Aquellos que la conocíamos mejor, sabíamos que en realidad no le hacía falta. Porque su contacto con los dioses se afilaba cuando agarraba un pincel, lo untaba en su paleta y se expresaba sobre el lienzo. Aunque lo hacía de manera aficionada, su talento la llevó a vender varios obras e incluso a exponerlas en distintos lugares del mundo.
Nelda, que también era conocida en Gesell por sus trabajos en agrimensura (junto a Coco Rossi, su marido, y a sus hijos Mauro y Bruno), comenzó a estudiar pintura en 1979, un año después de haberse establecido en Gesell. Desde entonces permaneció vinculada a talleres de manera interrumpida.
Fanática del impresionismo (el uso de pinceladas firmes y la recurrencia a los espacios recuerdan a Claude Monet), Nelda hizo su primera exposición en 1993 en la Casa de la Cultura, y de allí en adelante acumuló un frondoso recorrido en el que se destaca una participación en la Feria de Arte de Nueva York durante 2008. Pero su interés siempre estuvo en Gesell, por eso siguió mostrando sus obras en distintos lugares. Muchas de ellas pueden disfrutarse en este link: http://www.ezinegesell.com.ar/cultura/nelda/nelda01.html.
Su vida no se agotaba en la agrimensura y en la pintura. Además la estimulaba una fuerte vocación solidaria; siempre honesta y despojada de demagogias. Durante muchos años presidió Cáritas de Villa Gesell, aunque no necesitaba de sellos para ayudar y dar una mano desinteresadamente.
Una de sus últimas acciones fue participar junto a un grupo de vecinos en una actividad que consistió en hacer juguetes durante un día del niño para donarlo a distintas instituciones. Entre todos hicieron en apenas una tarde un total de 14 autitos, 13 pizarras, cuatro muñecas de trapo, cuatro rampas y tres frentes para bolitas, dos tatetís y dos memotest.
Cuando esa aquella jornada de confección de juguetes terminó, le preguntaron a Nelda si estaba cansada. “¡No! ¡Fue un día hermoso, lleno de alegría y colores!”, contestó, con su energía y su voz característica. Así la quiero recordar yo, hoy, en este día en el que lamentablemente no puedo ir a despedirla. Te quiero mucho, Nelda, como todos los que te conocimos. Buen viaje. Y si ese Dios que te inspiraba lo quiere, nos veremos más adelante para comer algunas de tus ricas tortas.