Ricardo Iorio en Villa Gesell: «Hay que morirse para que te quieran»
Entrevista que le realizamos al entonces cantante de Almafuerte en enero de 2001, cuando vino a la ciudad con su banda para ofrecer un concierto de verano en la sala La Reina de Paseo 105 y Avenida 3. Declaraciones de una lengua picante, polémica y eterna.
Por Juan Ignacio Provéndola | De lejos se escuchaba un conjunto de notas totalmente desaforadas que desde su propia guitarra, Claudio Marciello se encargaba de conectar en un torrente de energía espontánea, aumentada aún más por la potencia de los palillos de Bin Valencia, un nuevo baterista más en la lista de Almafuerte.
Interrumpiendo la prueba de sonido que la banda estaba realizando en La Reina de Paseo 105 y Avenida 3, se pudo concretar el diálogo entre El Fundador y Ricardo Iorio, que es algo así como el icono por mérito y trayectoria del metal pesado de nuestro país. El alma, el bajo y la voz del grupo es más grandote de lo que parece, lo que no impide poder apreciar dos cosas: una imponente personalidad y su enorme amor por su propio país.
Almafuerte (que hoy es, indudablemente, la agrupación más importante de su género) ofreció un show impecable que estuvo a la altura de las circunstancias (el cierre de eventos del boliche en dodne tocaron, a todo motor).
Antes, el propio Iorio mantuvo su diálogo con este medio, apelando a la misma fórmula a la que nos tiene acostumbrados: a ser él.
– ¿El 2000 fue un buen año para ustedes?
– Para nosotros son buenos todos los años, porque siempre hicimos lo que queremos. Tampoco podemos hablar de la reactivación del rock nacional porque quizás somos los menos difundidos de ese paquete. Yo creo que si nosotros, cuando nos trasladamos de Buenos Aires a Villa Gesell, tocamos canciones de Vox Dei, dentro de 25 años se van a escuchar las canciones de Almafuerte y capaz que ahí nos tomen como “rock nacional”. Generalmente, hay que morirse para que te quieran.
– ¿Y por qué hay que esperar tanto para que se difunda la música de ustedes?
– Y… porque somos realmente argentinos y machistas. A las putas les pagamos, no les hacemos canciones. Y porque no somos putos (canta fragmentos de algunas canciones de actual rotación radial), somos chabones con voz de hombre, pero somos tres. No somos ni 17 como los Cadillacs ni 42 como Bersuit o toda esa gilada que hace cumbia. Nosotros tocamos música de verdad.
¿El grueso de la gente escucha basura?
¡Sí! la gente escucha Pearl Jam. ¿Pero quién influenció a la gente? Se escucha eso porque es lo que te pasan en las radios, en la tele; te lo ponen en una remera. De última, te hacen creer que eso sirve, pero en realidad a nuestra nación no le aporta nada. Bandas míseras y usureras como esas garrapiñadas hijas de puta. La gente escucha mierda porque se le da mierda. Nuestras canciones son hermosas, mas si les das difusión… de eso depende todo.
¿Las discográficas y los medios ayudan a eso?
Por supuesto. Por eso estamos con Chayanne… “bum, bum, poné a gozar tu cuerpo”… o el cabezón ese… Arjona… o Elvis Crespo o cualquier gilipollas que viene a cantarnos a nuestra propia nación. Ahora tenemos la cumbia villera y todo eso, y sigue quedando relegado el sentimiento nacional que tenemos que es el metal pesado. Porque, mire amigo, hay una cosa simple para decir: nosotros no somos los que nos vamos a olvidar de que tenemos patria, bandera y sentir nacional… y al que le pique, ¡que se rasque, mierda!, porque estamos en nuestro país, porque ningún “Dibu” pelirrojo de pequitas nos va a venir a cambiar la sabiola…
¿Falta sentimiento patrio?
No sé si falta, a mí por lo menos no. Sé que hay una gran historia como para que si uno quiere querer a su patria, quede como un negro de mierda porque le dicen “eh… sos nacionalista”… ¿y cuál es, che?, ¡la reputamadre que te parió!. Que se sepa que nosotros tenemos ese sentimiento que es el que nos diferencia de Los Redonditos y de Viejas Locas, o de la Sorda, perdón, digo, de La Renga… de que nosotros estamos concientes de que somos los herederos de personas que hace 150 años dieron la sangre para que este país sea independiente. Ningún Expedición Robinson ni ningún culo roto en la tele nos va a hacer olvidar eso.
¿Somos un país independiente?
Yo me siento un luchador de que mi país sea independiente. A mí me motiva el sentido de poder expresar y recordar de que somos herederos de personas que dieron su vida por esta patria. Mi onda no es “mi cola arde en el risco” ni Chayanne. No es xenofobia lo mío, más allá de que me procesaron por decir que si sos judío no tenés que cantar el himno. Pero bueno, me hago cargo.
¿Aún seguís pensando lo mismo?
No es que siga pensando lo mismo. Son cosas que se van sumando. Eso me lo sumaron a mí, porque soy Ricardo Iorio, el hijo de un verdulero. Yo agarro un instrumento, amigo, no agarro pólvora. La mía no es La Tablada ni el Che Guevara. La onda es mi país y voy a mostrar mi sentimiento nacional. ¿Por qué solo lo voy a mostrar cuando mete un gol Maradona con la mano?
La banda vino sufriendo varios cambios de baterista…
Siempre los tuvimos, porque los bateristas son una cosa jodida en nuestra nación. Porque el que no es puto, es careta o tiene miedo. Ahora tenemos a Bin Valencia y ponemos las manos en el fuego por él, como ayer lo hicimos por Martínez o anteayer por Cardacci. Uno no sabe bien ni es quién ni cuando poder la confianza. “Yo creo que no hubiese sido cantor/ de no haber sido que un día/ junté penas y alegrías/ y la puse en una balanza/ al lomo eché la esperanza/ y al pecho la rebeldía”.
¿Y cómo sobrellevan esos cambios?
La banda no tiene cambios, porque los bateristas son como motores a los que les echás nafta y se la tienen que bancar. Iorio y Marciello somos los autores y compositores.
Hablame de Almafuerte, versión 2001…
Ahora ya nos vamos a grabar nuestro próximo disco que se va a llamar “Agua” y principalmente habla de que “El agua brota del subsuelo pudriendo las raíces/ y el porteño se aflije si no para de llover/ se saturan de evacuados, tinglados grises/ pues los cauces entubados no se dejan contener/ y muy pronto todo está inundado/ menos que mañana y más que siempre/de llegar la sudestada arrimando el río/ si se suma a la tormenta brava, el final se hará evidente/ solo sobrevirirá el valiente, huirán los ricos/ antes de que los lavabos regurgiten defecciones”. Eso no es ni “es como un gato siamés” ni “me gustas mucho”. El rock es como lo que dijo Olmedo en la película “el negro no puede”: “son todos putos”..